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NUEVA EVANGELIZACIÓN

PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA.

 

“INSTRUMENTUM LABORIS”

para la XIII Asamblea General Ordinaria

del Sínodo de los Obispos

que se celebrará del 7 al 28 de octubre de 2012.

 

[Presentamos aquí íntegro el Prefacio y los tres primeros números del Instrumentum laboris]

 

PREFACIO

         «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5). Es la súplica de los Apóstoles al Señor Jesús al percibir que solamente en la fe, don de Dios, podían establecer una relación personal con El y estar a la altura de la vocación de discípulos. El pedido era debido a la experiencia de los propios límites. No se sentían suficientemente fuertes para perdonar al hermano. La fe es indispensable también para realizar los signos de la presencia del Reino de Dios en el mundo. La higuera seca hasta las raíces sirve a Jesús para dar coraje a los discípulos: «Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar” y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá» (Mc 11, 22-24). También el evangelista Mateo subraya la importancia de la fe para cumplir grandes obras. «Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si aun decís, a este monte “Quítate y arrójate al mar’, así se hará» (Mt 21, 21).

         Algunas veces el Señor Jesús reprochó a «los Doce» porque tienen poca fe. A la pregunta sobre por qué no han logrado expulsar al demonio, el Maestro responde: «Por vuestra poca fe» (Mt 17, 20). En el mar de Tiberíades antes de calmar la tempestad, Jesús amonesta a los discípulos: « ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8, 26). Ellos deben entregarse confiadamente a Dios y a la providencia, y no preocuparse por los bienes materiales. «Pues si la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?» (Mt 6, 30); cf Lc 12 28). Análoga actitud se repite después de la multiplicación de los panes. Frente a la constatación de los discípulos de haber olvidado de tomar el pan al pasar a la otra orilla, el Señor Jesús dice: «Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis, ni os acordáis de los cinco panes de los cinco mil hombres, y cuántos canastos recogisteis?» (Mt 16, 8-9).

         En el Evangelio de Mateo la descripción de Jesús que camina sobre las aguas y llega hasta la barca donde están los apóstoles suscitó una especial atención. Después de haber disipado en ellos el miedo, Jesús acoge la propuesta condicionada de Pedro: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas» (Mt 14, 28). En un primer momento, Pedro camina sin dificultad sobre las aguas, acercándose hacia Jesús. «Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvamel”». E inmediatamente Jesús «tendiendo la mano, le agarró y le dice: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’ (Mt 14, 30-31). Jesús y Pedro suben juntos a la barca y el viento amaina. Los discípulos, testigos de esta grande manifestación, se postran delante del Señor y hacen una profunda profesión de fe: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14, 33).

En la persona de Pedro es posible reconocer la actitud de muchos fieles, así como también la de enteras comunidades cristianas, sobre todo en los Países de antigua evangelización. Varias iglesias particulares, en efecto, saben lo que significa no sólo el alejamiento de los fieles, a raíz de la poca fe, de la vida sacramental y de la praxis cristiana, sino incluso que algunos podrían ser contados en la categoría de los no creyentes: “¡Generación incrédula y perversa!” Mt 17, 17; Jesús “no hizo allí [en Nazaret] muchos milagros por su falta de fe” (Mt 13, 58). Al mismo tiempo, no pocas Iglesias experimentan también, después de un primer entusiasmo, el cansancio, el miedo frente a situaciones bastante complejas del mundo actual. Como Pedro, temen el clima hostil, de tentaciones de diversas índoles, de desafíos que exceden sus fuerzas humanas. La salvación, tanto para Pedro como para los fieles, considerados personalmente y como miembros de la comunidad eclesial, proviene solamente del Señor Jesús. Sólo El puede tender la mano y guiar hacia el lugar seguro en el camino de la fe.

         Las breves reflexiones sobre la fe en los Evangelios nos ayudan a ilustrar el tema de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana». La importancia de la fe en este contexto aparece reforzada por la decisión del Santo Padre Benedicto XVI de convocar al Año de la fe a comenzar del 11 de octubre de 2012, en el recuerdo del 50° aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y del 20° aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Ambos eventos tendrán inicio en el curso de la celebración de la Asamblea sinodal. Una vez más se cumple la palabra del Señor Jesús dirigida a Pedro, roca sobre la cual el Señor ha construido su Iglesia: “Ahora yo te digo: Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 18-19): «yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos» (Lc 22, 32). Todavía una vez más se abrirá ante todos nosotros «la puerta de la fe»: “Al llegar [Pablo y Bernabé a Antioquia] reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y como había abierto a los gentiles la puerta de la fe” (Hch 14, 27).

         Como siempre, también hoy la evangelización tiene como finalidad la transmisión de la fe cristiana. Ésta se refiere, en primer lugar, a la comunidad de los discípulos de Cristo, organizados en iglesias particulares, diócesis y eparquías, cuyos fieles se reúnen regularmente para las celebraciones litúrgicas, escuchan la Palabra de Dios y celebran los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, preocupándose por transmitir el tesoro de la fe a los miembros de sus familias, de sus comunidades, de sus parroquias. Lo hacen a través de la propuesta y del testimonio de la vida cristiana, del catecumenado, de la catequesis y de las obras de caridad. Se trata de evangelización en sentido general como actividad habitual de la Iglesia. Con la ayuda del Espíritu Santo, esta evangelización, por así decir ordinaria, debe ser animada por un nuevo ardor. Es necesario buscar nuevos métodos y nuevas formas expresivas para transmitir al hombre contemporáneo la perenne verdad de Jesucristo, siempre nuevo, fuente de toda novedad. Sólo una fe sólida y robusta, propia de los mártires, puede dar ánimo a tantos proyectos pastorales, a medio y a largo plazo, vivificar las estructuras existentes, suscitar la creatividad pastoral a la altura de las necesidades del hombre contemporáneo y de las expectativas de las sociedades actuales.

         El renovado dinamismo de las comunidades cristianas dará un nuevo impulso también a la actividad misionera (missio ad gentes), urgente hoy más que nunca, considerando el alto número de personas que no conocen a Jesucristo, no sólo en tierras lejanas, sino también en los Países de antigua evangelización.

         Dejándose vivificar por el Espíritu Santo, los cristianos serán luego sensibles a tantos hermanos y hermanas que, no obstante haber sido bautizados, se han alejado de la Iglesia y de la praxis cristiana. A ellos, en modo particular, desean dirigirse con la nueva evangelización para que descubran la belleza de la fe cristiana y la alegría del encuentro personal con el Señor, en la Iglesia, comunidad de los fieles.

         Sobre estas temáticas se desarrolla el Instrumentum laboris que aquí es presentado. Orden del día de la próxima Asamblea sinodal, este Documento es el resultado de la síntesis de las respuestas a los Lineamenta, llegadas de parte de los Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, de las Conferencias Episcopales, de los Dicasterios de la Curia Romana y de la Unión de los Superiores Generales, como también de parte de otras instituciones, de comunidades y de fieles, que han querido participar en la reflexión eclesial sobre el tema sinodal. Con la ayuda del Consejo Ordinario, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, valiéndose también de la colaboración de válidos expertos, ha redactado el presente Documento en el cual han sido recogidos muchos aspectos sobresalientes de la actividad evangelizadora de la Iglesia en los cinco continentes. Al mismo tiempo se indican varios temas que han de ser profundizados para que la Iglesia pueda continuar a desarrollar en modo adecuado su obra evangelizadora, teniendo en cuenta los no pocos desafíos y dificultades del momento presente. Confiando en la palabra del Señor: «No se turbe vuestro corazón. Creed en Dios: creed también en mí» (Jn 14, 1) y bajo la iluminada guía del Santo Padre Benedicto XVI, los Padres sinodales están disponiéndose a reflexionar en un ambiente de oración, de escucha y de comunión afectiva y efectiva. En esta tarea no están solos, pues están acompañados por tantas personas que rezan por los trabajos sinodales. Los miembros de la XIII Asamblea General Ordinaria, dirigiendo la mirada también a la comunión de la Iglesia glorificada, confían en la intercesión de todos los santos y, en particular, de la Virgen María, bienaventurada porque «ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor» (Lc 1, 45).

         Dios, bueno y misericordioso, constantemente tiende su mano al hombre y a la Iglesia, siempre dispuesto a hacer pronta justicia a sus elegidos. Ellos, sin embargo, están invitados a aferrar su mano y con fe pedirle ayuda. Esta condición no puede darse por supuesta, como se puede percibir de la incisiva pregunta de Jesús: «Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18 8). Por este motivo, también hoy la Iglesia y los cristianos deben repetir asiduamente la súplica: « ¡Creo, ayuda a mi falta de fe!» (Mc 9, 24).

         Para que la Asamblea sinodal pueda responder a estas expectativas y necesidades de la Iglesia en nuestro tiempo, invoquemos la gracia del Espíritu Santo, que Dios «derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador» (Tit 3, 6), suplicando una vez más al Señor Jesús: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5).

+ Nikola ETEROVIC,

Arzobispo titular de Cibale, Secretario General

del Sínodo de los Obispos

Vaticano, 27 de mayo de 2012, So lemnidad de Pentecostés

 

INTRODUCCIÓN

         1 La próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar del 7 al 28 de octubre de 2012, tiene como tema «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», como lo ha anunciado el Papa Benedicto XVI al clausurar los trabajos de la Asamblea Especial para Medio Oriente del Sínodo de los Obispos. Con la intención de facilitar la preparación específica de este evento fueron redactados los Lineamenta. A los Lineamenta y a los relativos cuestionarios han respondido las Conferencias Episcopales, los Sínodos de los Obispos de las iglesias Católicas Orientales sui iuris, los Dicasterios de la Curia Romana y la Unión de los Superiores Generales. Además han sido recibidas observaciones individuales de algunos Obispos, sacerdotes, miembros de institutos de vida consagrada, laicos, asociaciones y movimientos eclesiales. Un proceso de preparación muy participado que confirma el interés que el tema elegido por el Santo Padre ha suscitado en los cristianos y en la Iglesia de hoy Todas las opiniones y las reflexiones recibidas han sido recogidas y sintetizadas en este lnstrumentum laboris.

PUNTOS DE REFERENCIA

         2 La convocación de la próxima Asamblea sinodal tiene lugar en un momento particularmente significativo para la Iglesia católica. Durante su desarrollo se celebra, en efecto, el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, el vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y se abre el Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI [Carta Apostólica Porta fidei a comenzar el 11 de octubre de 2012]. Por lo tanto, el Sínodo será una ocasión propicia para poner en evidencia la necesidad de conversión y la exigencia de santidad que todos estos aniversarios estimulan; el Sínodo será el lugar en el cual se podrá asumir seriamente y lanzar de nuevo aquella invitación a redescubrir la fe que, después de haber germinado en el Concilio Vaticano II y de haber sido retomada una primera vez en el Año de la Fe convocado por Pablo VI, nos ha sido nuevamente propuesta hoy por el Papa Benedicto XVI. Es en este clima que el Sínodo tratará el tema de la nueva evangelización.

         3 El arco temporal que de este modo se ha creado está signado por otros puntos de referencia que se han revelado esenciales, tanto para el momento de preparación como para la subsiguiente reflexión sinodal. Además de la referencia directa y explícita al magisterio del Concilio Vaticano II, no se puede reflexionar, por ejemplo, sobre la evangelización hoy prescindiendo de las palabras que sobre este tema ha expresado el Papa Pablo VI, en la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi y el Papa Juan Pablo II, en la Encíclica Redemptoris missio y en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte. En modo coral, en muchísimas respuestas recibidas, estos textos han sido considerados como puntos de confrontación y de verificación.

        

            [La totalidad de puntos de estudio que presenta el Instrumentum laboris es de 169 con sus correspondientes 91 notas. Por eso, dejando de lado los números 4 al 17 inclusive, hemos seleccionado o comentado algunos de sus cuatro capítulos y de su conclusión].

         Cap. I: Jesucristo, Evangelio de Dios para el hombre. El lema: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). [Palabras de Jesús cuando ha sido apresado Juan el Bautista]. Esto comporta una “metanoia” (cambio de pensar, sentir y obrar). La evangelización es una llamada de Jesucristo a la santidad. La Iglesia evangelizada siente la necesidad de ser evangelizadora. El Evangelio es un don para cada hombre en su situación concreta. De ahí el deber de evangelizar llevando la Buena Nueva de Jesucristo y de renovarse continuamente en la Iglesia a la luz del Evangelio.

         Cap. II: Tiempo de la nueva evangelización. El lema:”Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15). Esto exige una renovada evangelización, teniendo en cuenta los nuevos escenarios a todos los niveles –desde el local hasta el mundial- como es el fenómeno migratorio y las nuevas vertientes económicas, políticas, sociales, de investigación científica y tecnológica, empleando los nuevos medios de comunicación social. Es lo que Juan Pablo II llamaba los nuevos areópagos. El Instrumentum laboris enumera algunos modos actuales de actuación que desdicen del enfoque cristiano, tales como atención egocéntrica a las propias necesidades; debilitamiento y pérdida de experiencias profundamente humanas, como la reflexión y el silencio; reducción de la ética y de la política a simple espectáculo. En una palabra, nos encontramos con una cultura de lo efímero, de lo inmediato, de la apariencia. Nuestra sociedad está lejos de la memoria y del futuro. Si a todo esto sumamos la rutina en lo religioso, el insuficiente acompañamiento espiritual de los fieles, la pérdida de entusiasmo, la infidelidad a la propia vocación, los escándalos, la poca sensibilidad para los problemas del hombre contemporáneo, etc., nos encontramos con el “mysterium iniquitatis” del que habla San Pablo (2 Tes 2, 7). Respecto a la misión “ad gentes” nos decía Juan Pablo II que difícilmente podemos ser misioneros si no lo somos antes “Inter gentes”, esto es, en la propia casa. Necesitamos, por tanto, “salir del desierto interior”, como dice Benedicto XVI.

         ¿Qué es la nueva evangelización? Podemos decir que es una aspiración a relanzar un movimiento de conversión de todo bautizado y de todo grupo eclesial bajo la acción del Espíritu del Resucitado, transfigurados por el don de la fe que debemos reflejar o transmitir.

 

Cap III.- Transmitir la fe. El lema: “Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. [...] Acudían diariamente al Templo con perseverancia y con un mismo espíritu partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. Por lo demás, el Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando” (Hch 2, 42.46-47).

         El objetivo de la nueva evangelización es la transmisión de la fe. La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios confiado a a Iglesia. Todo el pueblo santo unido a sus pastores en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en la fracción del pan y en la oración (cf. Hch 2, 42) y colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y en la profesión de la fe recibida. La comunión deseada por Cristo es la que recuerda el apóstol Juan: “Os doy un mandato nuevo, que os améis los unos a los otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis discípulos (Cf Jn 13, 34-35).

         El anuncio, la proclamación, -la transmisión de la fe- es un deber de cada cristiano y de toda la Iglesia. De ahí que la Iglesia, congregada por la llamada del Espíritu para vivir la presencia de Cristo entre nosotros, se articule en comunidades que muestran su fe a través de la caridad, el testimonio, el anuncio, la celebración, la escucha, la participación compartida. Llama a la conversión mediante la catequesis y los sacramentos de iniciación.

         Pablo VI promovió otro año de a fe en 1967.

         La Iglesia transmite la fe que ella misma vive. La centralidad de su vida está en el misterio eucarístico y en la Palabra de Dios. Modos de incrementar esa fe son: la lectio divina, el culto divino, la caridad, el sacramento de la reconciliación, el rezo de las horas, las peregrinaciones, las Jornadas mundiales de la juventud, la adoración eucarística, los grupos de oración, las devociones populares purificadas, etc.

         El sujeto de la transmisión de la fe es toda la Iglesia.

         La familia es lugar ejemplar de evangelización. Tal sucede cuando se viven los valores fundamentales de la vida cristiana: dignidad y complementariedad del hombre y la mujer, creados a imagen de Dios (Gen 1, 27), apertura a la vida, participación y comunión, dedicación a los más débiles, atención educadora, confianza en Dios como fuente del amor que realiza la unión. Hoy las familias están sometidas a fuertes tensiones por inestabilidad del trabajo, la precariedad que aumenta, el cansancio ante una tarea educativa cada vez más ardua, Por eso mismo necesita más el apoyo de la comunidad, ser acogida y valorada. El objetivo común es que la familia, no obstante, tenga cada vez un papel más activo en el proceso de transmisión de la fe. Las familias reunidas pueden animarse mejor a dar testimonio evangélico en la simplicidad de lo cotidiano.

         Llamados a evangelizar: (Números 114-117).

         En este apartado se habla en general de la contribución a la evangelización de las órdenes religiosas y de las diversas formas de vida consagrada, entre las que se encuentran las órdenes mendicantes. Se pasa luego a exponer el florecimiento en estas décadas de grupos carismáticos a los que dice el documento se les podría llamar “nuevos evangelizadores”. Advierto que no he encontrado una palabra sobre las terceras órdenes y movimientos laicales antiguos. Pero me he dicho: no es necesario, porque cuanto se expone en el documento sobre la nueva evangelización, nuestra tercera orden lo tiene ya legislado de forma pormenorizada en sus constituciones, en el capítulo segundo, título segundo, bajo el epígrafe Presencia activa en la Iglesia y en el mundo. Por ejemplo: Se dice que por el bautismo y la profesión los miembros de la OFS están llamados a ser “testigos e instrumento de la misión de la Iglesia” y que vuestro apostolado preferente es el testimonio personal. Y todo lo que se dice de vosotros se avala con los textos conciliares del Vaticano II: Lumen gentium, Gaudium et Spes, Apostolicam actuositatem. Puntos importantes de vuestras constituciones son el estar presentes en la vida pública, en ser portadores de paz, en crear condiciones dignas de vida para todos, en contribuir a un mundo más justo y fraterno, en colaborar para que todos tengan un trabajo digno, en la renuncia al uso de la violencia, y hasta el ser mensajeros de alegría y esperanza. Esto último está en perfecta línea del apartado del Instrumentum laboris: Dar razón de la propia fe, y donde se dice que “los caminos de nuestra fe son los que el Espíritu indica a nuestras comunidades cristianas”.

         Sólo si ponemos en acto cuanto el Espíritu sugiere para el bien común y la propagación de la fe y nos dejamos podar –como el sarmiento- produciremos mejores frutos en la viña del Señor. Así, por ejemplo, nuestro acercamiento al pobre, al marginado, al excluido no será por pura filantropía sino por la caridad de Cristo. Mostraremos también un renovado empeño ecuménico, buscaremos modos adecuados de diálogo interreligioso sin renunciar a la verdad, denunciaremos también las infidelidades y escándalos de las comunidades cristianas.

 

Cap IV: Reavivar la acción pastoral: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.

         En este apartado se hace referencia en primer lugar a cómo la Iglesia desde sus orígenes ha buscado el modo más adecuado de comunicar su doctrina ateniéndose incluso a conceptos filosóficos propios de cada época, principalmente a través de sus pastores.

         La iniciación cristiana, proceso evangelizador. El bautismo de niños y de adultos.

         La exigencia del primer anuncio. “El objetivo de tal anuncio es reavivar la fe o suscitarla, para mantener la comunidad y los bautizados en una tensión constante y fiel hacia el anuncio y el testimonio público de la fe que profesamos”.

         Transmitir la fe, educar al hombre. “No se puede evangelizar si al mismo tiempo no se educa al hombre para ser verdaderamente sí mismo”.·Benedicto XVI ha hablado de <emergencia educativa>, aludiendo a la especial urgencia de transmitir a las nuevas generaciones los valores clásicos de la existencia y de un recto comportamiento.

         Fe y conocimiento. El Papa Benedicto XVI habla de una “ecología del hombre” que debe entenderse como la comprensión del mundo y del desarrollo de la ciencia abiertas a la verdad y a la originaria relación con Dios.

         El fundamento de toda pastoral evangelizadora. “El problema de la evangelización no es una cuestión organizativa o estratégica sino más bien espiritual. <El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio>”. Pablo VI.

         Centralidad de las vocaciones. Pastoral vocacional al servicio del sacerdocio y de la vida consagrada. Promover una cultura entendida como vocación a los diversos estados de vida.

         CONCLUSIÓN:Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros” Hch 1, 8.

         “El Espíritu del Resucitado nos hace capaces de anunciar eficazmente el Evangelio en todo el mundo”.

         “La primera evangelización comenzó el día de Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos todos juntos en el mismo lugar en oración con la Madre de Cristo, recibieron el Espíritu Santo” (Hch 1, 14; 2, 1-3).

         Jesucristo, evangelio que da esperanza. Necesitamos encontrar un principio que nos de esperanza, que nos permita mirar al futuro con los ojos de la fe sin desesperación ni temor.

         La alegría de evangelizar. Toda persona de nuestro tiempo necesita el anuncio esperanzador de encontrar el rostro de Dios en Jesucristo.

         “<No temáis> es la palabra de la nueva evangelización, con la cual la Iglesia, animada por el Espíritu Santo anuncia <hasta los confines de la tierra> (Hch 1, 8) a Jesucristo, Evangelio de Dios para la fe de los hombres”.

 

 

Síntesis elaborada por Fr. Ramón Baselga para el inicio de curso de la OFS de la Zona Valenciana.

Santo Espíritu del Monte, 22 de septiembre de 2012.